Miguel Fernández Rodríguez Gómez, era un chico de barrio. De barrio, pero de clase media, media alta. Su abuelo le decía de cariño Milito, en realidad, el viejo gallego, decía Miguelito, pero de tan cerrado que lo pronunciaba, parecía que decía Milito, y le quedó; así lo conocían los vecinos y le llamaban en el seno familiar. Hijo único, con todo lo que eso conlleva, siempre tuvo los juguetes que quería; nunca le faltó nada, ni le costó conseguir lo que deseaba. Su padre era un pequeño empresario en los ’80 (cuando Milito era chico) y su madre un ama de casa, de esas de antaño, de delantal para cocinar, de esas que miran Utilísima y sacan recetas, que no se pierden la novela de la tarde y que viven para atender a su familia.
A Milito, lo mandaron a un colegio católico, tomó la comunión, se confirmó y hasta fue monaguillo. No le gustaba faltar a misa los domingos, era un comprometido con la causa, por eso decidió “enrolarse” y servir. Siempre tuvo problemitas de adaptación en el colegio, digamos. No era muy popular, Milito tenía unos anteojos con una graduación importante (era miope), su madre lo peinaba con la raya al medio perfecta, además era gordito. Era inevitable ser producto de todas las bromas de sus compañeritos. Bromas que se sucedieron durante toda la secundaria, incluso. Sí, Milito creció casi sin amigos, solo se juntaba con los otros ñoños como él, a quienes jodían de lo lindo, también. Pero se acostumbró a andar solo por la vida, callado, de cabeza para abajo, de lento caminar.
Cuando Milito egresó del secundario, entró en crisis existencial sobre qué hacer de su vida. No tenía claro si quería estudiar o trabajar, o ambas. El padre era un hombre bastante rígido, para él, no era posible concebir que su hijo no hiciera nada, algo tenía que hacer!!. Milito, entonces, se anotó y empezó a estudiar Cs Económicas. No le iba muy bien en facultad, sentía que algo le faltaba a su vida. Lo que le faltaba a Milito era una pasión, él sentía que nada le daba satisfacción, que tenía una vida apagada.
Una noche, volviendo a la casa, caminaba Milito cabizbajo por la ciudad. En un callejón, de repente se le apareció un señor, vestido de verde y con ojos rasgados. “Qué raro”, pensó Milito rápidamente, “quién será? será coreano, japonés o chino?de dónde habrá salido, por acá no hay ninguna tintorería...”. El señor, se acercó, lo miró y le dijo “Milito, soy yo, el espíritu de Mao”. Milito casi se cae de culo, se pegó un jabonazo importante. Él había escuchado nombrar al señor, en alguna clase, pero no había dado mucha bola. No entendía por qué, Mao, en espíritu, se le presentaba a él. Mao le contó que estaba buscando a un “elegido” ante quién revelar una misión, y que esa persona, había sido él. Milito no salía de su asombro, o sea, cual Mahoma que recibió la revelación del Arcángel Gabriel y se volvió líder carismático, él estaba frente a la oportunidad de ser alguien. La pasión que esperaba que llegara a su vida, la tenía delante de sus ojos!!!. Así que respiró hondo, miró a Mao y le dijo “Ma’ sí, chino, mandame la revelación, nomá”.
Mao se concentró y le dijo que el Oráculo establecía que su misión se desarrollaría en esa ciudad... “en el lugar donde se encuentran el Estado Nación latinoamericano y el señor que descubrió el pasaje entre los dos océanos”. Milito miraba a Mao y pensaba en lo difícil que sería el desafío que se le presentaba, porque sabía que eso de andar descifrando oráculos, no es pa’ cualquiera... los oráculos, son jodidos, ohhh sí!!!,por algo no jugaba al Trivial. Milito recibió de su “revelador” también, una cantidad de instrucciones a seguir una vez resuelto el dilema del oráculo. Se concentró y escuchó con atención...
Y Mao dijo: “He aquí el decálogo para proceder a realizar tu misión de manera efectiva:
1- Deberás juntar fieles a la causa por la revolución campesina, existan o no campesinos en el territorio... date idea, inventalos, no sé. Tú y los fieles deberán declararse MAOÍSTAS DE
2- Sólo “evangelizarás” a aquellos que claramente denoten capacidad de ser permeables, fijate en la cara y los sacás de toque: SI TIENEN CARA DE PENSAR POR SÍ MISMOS, ALÉJATE, te pueden convencer a vos de que abandones la misión!!! También tendrás que tener en cuenta esto, al momento de elegir a tus aliados.
3- Los “evangelizados” deberán portar nombres particulares, cosa que sean fácilmente detectables y ubicables. Preferentemente, que sea nombres extranjeros y mal escritos; también garpan los nombres de cantantes de cumbia, de dibujitos animados o programas infantiles.
4- Te vestirás como proletario, te llamarás a tí mismo proletario; si no tienes una vida de proletario, tendrás que poder fingirla: nada de ropa cheta, ni decir en dónde vivís, ni a donde fuiste al colegio, nada de mochilas caras, zapatillas de marca, cámaras digitales, nada de eso. Si NO hay pobreza, QUE NO SE NOTE. Dirás que vives en un barrio obrero, clasista y combativo en donde atendés, junto a los vecinos un comedor popular. Si te preguntan en dónde trabajás, tenés que decir algo que denote compromiso social, pero no ONG, esas son del Imperio.
5- No te mostrarás al mundo como un ser divertido. Ser divertido no es revolucionario, o a caso me has visto a mí sonriendo en alguna foto o cuadro??? eh?? no, bueno, así deberá ser tu expresión y la de tus “evangelizados”. Tampoco te deberás mostrar como un ser sexuado, si has de tener sexo, que sea solo con fines reproductivos, en pos de agrandar las filas; si son con fines “recreativos”, repito, no se debe notar. No harás NADA recreativo, nadaaaaaaaaaa, no alcohol, no drogas, no bailes, no karaokes, no actividades lúdicas... y si entraras en tentación, hazlo en tu casa, encerrado y solo puedes compartirlo con otros compañeros de lucha.
6- Te mostrarás a donde fueres como un estudiante aplicado, intentá por lo menos caretearla y metete de vez en cuando en alguna clase, por favor, no marques bobera!!. Hablarás todo el tiempo de lo injusto de los horarios, la mala predisposición docente que responde a los intereses de la clase dominante... no importa el motivo, siempre deberás parecer insatisfecho con todo lo que parezca “hegemónico” (no te preocupes, al final de las instrucciones, te voy a dejar un diccionario de términos a utilizar, para que memorices y hagas memorizar a las filas “evangelizadas”). Siempre deberás permanecer dentro de un perfil de minoría que lucha por salir de su lugar (pero nunca se debe salir, solo se debe parecer). Siempre adoptarás un rol de mártir o de víctima del atropello del poder dominante (no importa cual fuera este, es genérico, puede ser desde Bush, un compañero de clase, un profesor, es indistinto).
7- Todos los “evangelizados” deberán tener un discurso apropiado, standarizado, que deberán repetir cual máquinas. Obviamente te deberás encargar de tomarles la lección y si es necesario, deberás hacer algún librito de bolsillo para que lleven siempre, por las dudas se olviden de alguna parte. Es importante para la cohesión de las filas, el discurso unificado (que no es lo mismo que decir “unitario”, esa palabra da imperialismo).
8- No consumirás productos imperialistas, menos a la vista de los demás. Elegirás, marcas alternativas. Comprarás en pequeños comercios, apoyando el desarrollo de los menos privilegiados y así poder combatir al supermercadismo imperialista y al consumismo imperialista. No seguirás ninguna moda, la moda es estrategia del capitalismo para uniformarmos como el poder hegemónico quiere.
9- En las grandes movilizaciones que organizarás (si no las organizás, no importa, hay que decirlo igual y obviamente, siempre estar presente), portarás banderas de color rojo, con inscripciones que marquen claramente un perfil revolucionario, tienen que sobresalir (garpa siempre poner el nombre de algún mártir y terminar las frases con un “YA!”).
10- Se ubicarán dentro del terreno de lo sacro todo lo perteneciente a la promoción ideológica: cartelera, folletines, volantes. Los medios de financiación de los elementos sacros, son esenciales, deberás buscarlos por tu cuenta y si has de tener que meter alguna mano en alguna lata, asegurate de quemar y hacer desaparecer las pruebas, y como siempre, asegurate de QUE NO SE NOTE!!.
AHH, me olvidaba, acá va el diccionario de términos a utilizar: lucha, lucha armada, revolución (en todas sus formas: armada, campesina, proletaria, etc), imperio ( y palabras asociadas, a saber: imperialismo, imperialista,etc), trinchera, hegemonía, minoría, traidor/es, mártir/es, campesino, obrero, proletario, sangrederramada (son dos pero es como si fueran una sola, se debe expresar así), represión, fascita (esta da para un uso extendido), criminalizacióndelalucha (también se debe pronunciar como una), ideología, PUEBLO, POPULAR (siempre estas dos, decirlas mucho), opresión, COMPAÑERO/S (no importa que odies a la persona, garpa tratar como un igual al otro), enemigo (en sentido amplio, cualquiera puede tomar ese rol), burgués (esto es para denostar al enemigo) y complejiTUD (esta no sé si está bien traducida del chino al español, chequeala). Otra cosa importante, es necesario pronunciar TODAS las palabras (estén o no en el diccionario) en tono “campechano”, sin S finales... como para mostrar que se conoce el lenguaje POPULAR”
Automáticamente Mao terminó de pronunciar EL DECÁLOGO, la revelación se dio por concluida. A Milito, inmediatamente le creció la barba y el pelo (la raya al medio, el cuerpo con forma de boya y los anteojos le quedaron, es Mao, no hace milagros). De pronto, en medio de una nube de humo rojo... Mao, desapareció! (pueden sonar un gong perfectamente en esta parte, digo, para cuando el libro se haga comedia musical).
Milito quedó completamente desorientado, “viene este Mao, me tira semejante revelación y se va a la mierda sin darme ninguna pista? qué voy a hacer??”. Confundido como estaba, igual se propuso resolver el oráculo. Caminó y caminó sin descanso por la ciudad, días, noches, meses. Se terminó el semestre, llegó el verano y Milito seguía pensando y pensando dónde estaría ese lugar, DÓNDEEEE?. Los meses de verano son jodidos pa’ caminar sin tregua por las ciudades. Milito estuvo a punto de desistir, tuvo momentos de debilidad en los cuales pensaba que le rendía más volver a creer en dios que en ese chino trulado, que le había dado semejante prueba con dificultad, porque por algo él NO JUGABA AL TRIVIAL!!!. Mientras Milito caía en debilidad y luchaba internamente contra el enano fascista que todos tenemos, producto del mundo capitalista en el cual nacemos, Mao (que aunque no lo veamos, siempre está), desde otra dimensión, observaba la descompensación de Milito ante la imposibilidad de resolver el misterio y pensaba: “la pootaaaa, justo a este boludo me le vengo a revelar, justo el que nunca jugó al Trivial... tendría que haber agarrado al otro al final, al de los tobillos horribles... ese tal Ruffus...pero es que me dió tanta impresión verlo de bermudas, zapatillas y medias...”. Y sí, estaba medio arrepentido, pero la revelación ya estaba dada, así que resolvió ayudarlo.
Es así que cuando Milito llegó a la esquina de las calles Uruguay y Magallanes (además de que casi lo atropella un bondi porque no había semáforo) se hizo la luzzzzzz. Sí, un destello de luz enorme iluminó el cartel verde que indicaba la intersección... Milito lo miró, sonrió y dijo “ohhh, he llegado a la trinchera de lucha, al fin tengo una meta en la vida, gracias Mao por darme el privilegio de honrarte y seguirte”. Sí, ese día Milito ya no sería el mismo, su vida había cambiado, ya sentía que algo de pasión había dentro suyo. Ahora sí... ahora ya era todo un militonto.
FIN
* Esto no pretende ser un best seller, pero como las historias de Milito y sus amigos son tantas, merecen ser recopiladas en forma ordenada.
PIDA SU EJEMPLAR ILUSTRADO!!!
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